domingo, 14 de marzo de 2010

un poco de imposible poesía




O0o Divagaciones CirCulaRes o0O


Empiezo colocándome los zapatos: primero el derecho, después el izquierdo.



como de costumbre enderezo mi cuerpo y veo, frente de mí, a los colibríes dorados que no han tardado en venir.




saludo a Cricky y a Cracky, ofreciéndoles un pedazo de aliento,el que me reservo en las mañanas para ellos.



Dichosos. Enmarcan mi pálido mundo en dorada emoción, son apenas unos niños.



Cuando despierte será la primera vez que podré evocar su recuerdo.

... despierto ...

me pongo los zapatos, el izquierdo primero, después el derecho.



sentado frente a los huevos fritos del desayuno, cojo el tenedor plateado. él Me mira un tanto intrigado, como diciéndome: ¿y ahora qué vas a hacer con esos pobres huevos?, del inconsciente le respondo con avidez: "llenarme las venas de grasa para acabar con el sufrimiento" mi madre se dice a sí misma: mierda, otra vez. Es cuando viene en dirección mía a retirarme el tenedor que yace empalado en mi cuello,



y también a secar la sangre ácida antes que dañe mis zapatos nuevos, el dercho y el izquierdo.

...muerto...

me saco los zapatos, primero el derecho y luego el izquierdo, unjo unas cuantas oraciones a Cricky y a Cracky, que no se porten malos.


que vengan a adornarme el eterno sueño.


mudo de piel, ahora es rosada, Lindo color, pienso y me pongo las grandes pestañas que están pegadas en el espejo. un pestañeo, dos pestañeos, tres pestañeos y ya estoy dormido, o dormida, en este punto no sé mi incitamiento:


ríos de lava engranan mis piernas a una sola, soy un trompo, una trompa,




¡qué falta de identidad! - me dijo

...girando...

me enlazo, primero a la izquierda, después arriba, ipso facto derecha, apretón y listo para girar. pero, el clavo me quema tanto giro, y no ha llovido, extraño el vapor.


tomo la toalla que ha parecido venir volando, pero en realidad han sido el par de avecillas doradas y hermosas.


entró al turco, con un panal de abejas y un pequeño limonero. el guardia, amenazante, me ha dicho: si pican a alguien esas putas abejas, tendré que arrestar al limonero.


aunque sufro, le digo: bueno.

...deshidratado...

me friego la barriga hacia arriba, hacia abajo, hacia la izquierda y hacia la derecha. ahora si soy un trompo de madera santo. las abejas han hecho un intento de orgía sobre las baldosas, y el limonero me mira con intriga...




¡Mierda, de nuevo!.




entra mi mamá a limpiar el aserrín húmedo del suelo.

...girando (different take)...

arriba tropita, abajo trompita, cuidado trompita, ¡no!, pobre trompita, acaudalada trompita.




puta engreída.




ese es mi acto, hacer el amor con un león impotente para que disfrute un público ciego, luces destellan de tal forma que a nadie se siente..., solo a los huevos, que me son familiares.


que hierven al son del circo caliente.


que eructan insultos mientras se quedan estáticos.




pobres blancos y amarillos huevos.

qué triste vida.

¡qué lindas avecillas…!

martes, 2 de marzo de 2010

airoso


Airoso salí del sueño que tuve esta tarde, en el sillón de mi casa, el más grande, y bajo un ventanal por donde entraba el sol del atardecer y me calentaba media parte del cuerpo; tal vez fue por eso que soñé con aquello, me refiero al frio que había en mi cerebro. Gélidas conexiones cerebrales.


De pronto estuve en un cuarto, con varios amigos, y unas hormigas gigantes pululaban y parloteaban colgadas del techo, ahora que recuerdo bien, incluso los muebles del cuarto, es decir la cama, el velador, los aparadores y demás cosas que no he visto nunca, estaban todas de revés, pegadas en el techo o puestas en el suelo.
Había una gran euforia entre mis amigos y yo, a tal punto de ver las imágenes desdoblarse y sentir perderme en un estallido de ondas que rodeaban la habitación con cada risotada y jolgorio. Creo haber estado soñando que me encontraba bajo el efecto de una droga: las palabras repetidas que se entrecortaban para transponerse a sí mismas en un espiral infinito de incoherencias, las apariciones detrás de una puerta, con intensiones de sorprender a alguien, pero aparentemente éramos invisibles y después de un rato volvía a entrar, después de salir. Los reductos nocturnos a los cuales salía sin intenciones de saber un camino a algún lado; el tipo escondido en un basurero, un poli, que decía - lárgate, antes de que te pegue un tiro, estoy bien escondidito - (el culpable de esta deformación del pensamiento fue Burroughs) las escaleras en espiral que llegaban después de mucho a un rellano donde estaba una vieja vestida de verde con una vela en las manos, a la que soplaba con la fuerza precisa para no apagarlo solo hacer detonaciones de luz en el espacio sepia, con su aliento a todo gas lleno de pobres gases. Pobres. Luego el rebaño de ovejas que bajaban a toda prisa, como las que bajan por las laderas del Quilotoa para tomar agua sulfurada a las orilla del lago, y detrás de ellas los escalones se partían y se descolgaban de sus supuestos soportes. Después, caer y caer hasta el sofá donde me había dormido, y despertarme sin ni siquiera haberme movido ni un centímetro y dos horas después, que con ganas de ver el atardecer, me acosté.

Creo que si fuera empleado en un mundo onírico, preparando el escenario para cada actante, sería, sin lugar a duda, un hombre feliz.