jueves, 29 de marzo de 2012

Y como he dicho siempre, la verdad está en la vagina.



Hoy estoy enfrascado en pensamientos, hoy mi mente se alimenta del polvo que se desprende del sueño.

El corazón se me detiene siempre unos segundos antes de la mañana. Se protege. Se aísla de la agitación diaria apenas me despierto.

Camino por las calles que están llenas de ruido, me deslizo entre gente que no veré nunca más. Y soy uno de ellos, mi existencia es tan fugaz como el pestañeo de un perro que alguien atropellará.

"¡Hola, amigo!", palabras que llegan a mis oídos. "¿Necesitas un celular, un computador, un reloj, un perfume, o unas lindas gafas?" Le contesto que necesito un lugar para esconderme. Y es entonces que saca un arma y me apunta a la cara.
"¡Déjate de huevadas y cómprame algo chuccha!"

La explosión de la pólvora deja un leve zumbido en mis oídos y la parte anterior de mi cráneo destrozada.
"Mmmmm, otra vida ida por el caño, otra vida desperdiciada, a dónde se le ocurrirá a Dios enviarme esta vez"

Me evaporo, mientras mi cuerpo queda vacío.

El universo huele bien desde aquí, Dios prepara la mejor de sus recetas, el delicioso olvido.
Tomo asiento en su mesa de bufé, me ofrece pan con mantequilla, pero lo rechazo,
"Directo al plato fuerte, querido, Dame un poco de ese olvido, bien cocido."

Segundos después estoy atravesando la vagina de una nueva madre por milésima vez. Tengo la ligera sensación de que me estoy olvidando de algo poco a poco mientras nazco. Pero qué puede ser. MMM, No ha de ser nada. Una nalgada. y comienza todo de nuevo.