lunes, 24 de mayo de 2010

Para desalojar los malos espitirus...


... lo que escribo mientras duermo (literal (en la modorra))...



Odio sentirme vulnerable cuando aparento ser infranqueable, sólido.

Todo mi sistema se reordena, todos los órganos cambian de sitio a un lugar más propicio.

Deja en mi pecho abierta una gran grieta que se expande inimaginablemente.

Qué hacer con esta flaqueza tan detestable.

Guardo de mi pecho un elefante que se mueve cuando estoy tranquilo, que duerme cuando no me encuentro. Que acuna al silencio frente de lo incierto.

Cada mañana me estremezco pensando que todo esto puede ser cierto.

Con el despunte del sol el calor invade los cuerpos térmicos, ciegan los ojos sensibles, seca las bocas encenizadas; pero no se acerca al alma, ésta carece de sentidos.

Para qué volver al lugar nunca correspondido.


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Cierto día crucé el fondo de un río seco, pavimentado y estrecho; un demonio se acerco invitante al desconcierto. Desapega con golpes punzantes, con dolores ciegos. Aumenta la velocidad con el peso.

Cuando me consumo y siento que muero; cuando ya no hay más hilo y me descoso; es cuando pregunto: ¿Cuándo por fin completo?

Eres más importante que vos

Ella es más importante que vos, porque yo, ni siquiera tomo, vuelve a decir eso y te juro que me voy.


(Soy presa de los dolores que causas, aunque te llame irrespetuoso, aunque ironice mis palabras, nunca me iré. (Ella: blusa roja, pantalón jean y camisa blanca. Después de la violación: sostén blanco y calzonarias sudadas entre la sangre y la pasión. Él: pantalón jean, zapatos negros, medias blancas, saco plomo a rayas, peinado con goma. Después violar: llevaba un picahielos en el cinturón, y el bóxer tenía una frase: “apuesto que no aguantas más de uno”)


Y mientras ella se retorcía y desangraba, torneando círculos rojos sobre el pavimento los guardias de la UPS molían a palos al fálico animal que entre sollozos cantaba.


Él, loco siempre estuvo. Ella confirmó al fin que estaba muerta.


Nadie no hizo nada al ver en el espejo que se desvanecía


¡Hola! Qué guapa que estás… mmm… si ves que el arreglarte no cuesta nada. Ahora mira mis bíceps y déjate seducir, ¡anda!, mira mis colmillos… deságuate.

Yo me quede fría, fría, fría… cuando vi que su cabello no era natural, ¡era pintado!, y lo mantenía así por lavárselo con agua fría…, fría…, realmente, fría


Estaba en la verga, por eso me deje


¿Desean perforarse el paladar? Hay de fresa y chocolate, de polvo, envueltas y blindadas. A veinticinco centavos, balas de plata y chupetes con chicle dentro. A veinticinco.


Faltan quince minutos para volver:

La orquesta está en el movimiento final.

Los colores se destiñen y me envuelvo de aire determinista.

El smog disipa los olores celestes que me envolvían

Un sabor amargo hace de piercing en mi lengua.




Leo Salas Z.


Foto: Dalí

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